Sabemos que estudiar no es una tarea fácil y que probablemente en algún momento de tu carrera podrías sentirte cansado, sin fuerzas y hasta con ganas de abandonar lo que te gusta. No te preocupés, no eres la única persona que ha pasado por esto, porque seamos sinceros, cursar una carrera requiere de mucho esfuerzo y dedicación.
Todo lo que necesitás para superar este momento de tensión es la motivación correcta, entendiendo como motivación, la disposición de moverte y animarte a hacer algo. Así que, para mantener ese motor encendido, tené en cuenta estos consejos que te ayudarán a levantar la cabeza y a reencontrarte con tu mejor versión durante tu carrera.
Llenáte de expectativas, no de dudas
En la vida se vale soñar y más si se trata de tu futuro profesional. Recordá qué fue lo que te hizo latir más rápido el corazón. Si, por ejemplo, decidiste estudiar tu bachillerato en Mercadeo, pensá en eso que te atrapó en primer lugar de este programa. Visualizá hasta dónde querés llegar a corto, mediano y largo plazo como profesional en eso que estudiás. Verás que esa ambición por comerte el mundo te llenará de fuerzas para trabajar día a día por esa carrera a la que ya le has invertido energía, tiempo y dinero.
Más acción, menos procrastinación
La falta de motivación no aparece por sí sola; por eso te advertimos sobre la procrastinación, ya que pasa desapercibida, pero ¡CUIDADO!, porque si te acostumbrás a dejar todo para después, te volverás una persona perezosa y luego de un tiempo cualquier tarea te parecerá imposible de cumplir. No desviés tu mirada de lo realmente importante.
¡Premiate!
Si alcanzaste alguna de tus metas, por más grandes o pequeñas que sean, date una recompensa. Aunque parezca algo muy sencillo, esta es una táctica que programará a tu cerebro para seguir acumulando logros.
La recompensa puede ser: leer algo que te gusta, dar un pequeño paseo por algún lugar de tu ciudad, ver una película o simplemente comer tu golosina favorita.
Vos controlás el estrés
El exceso de estrés te lleva a pensar negativamente y a querer abandonar cualquier proyecto. Elaborar planes de acción equilibrados para mejorar tu manera de asimilar la carga académica te ayudará a reducir la tensión; es decir, si tienes que preparar 5 trabajos finales, establece días y horarios para hacerlos poco a poco.
El estrés es como un detonador que debes manejar, en pocas dosis lo controlarás y te dará el impulso para hacer las cosas acertadamente.
Conexión entre vos y tus profesores
Los profesores, se convierten en los mayores precursores de la motivación. Un profesor complicado o con quién no estemos energéticamente sincronizados, es una persona con la cual se nos dificultará tener una buena relación, y por ende nuestras ganas de asistir o continuar en esa clase disminuirán considerablemente.
Vale la pena que evalués el vínculo con tus profesores, es importante que se note su empeño para captar el interés de los estudiantes. Si te das cuenta de que la falla está en ellos, levantá la mano sin miedo y busca un espacio para hacérselos saber personalmente; tal vez, ni se habían dado cuenta y te lo agradecerán.
Estatus profesional
¡Hacé que el dinero que has invertido dé frutos! Los conocimientos que has adquirido y que estás por aprender, se verán representados en remuneraciones económicas que te permitirán tener una vida cómoda. Además, alcanzarás una posición laboral en la que tu trabajo será valorado y respetado. Recordá que estudiar es lo único que nos da la oportunidad de conseguir la estabilidad laboral y la calidad de vida que tanto soñamos.
Un respiro está bien
Tomate un tiempo de descanso para relajarte y recargarte. ¡Ojo! Desarrollá el criterio para establecer la duración y el objetivo de este tiempo, así te asegurarás de que esto no se convierta en procrastinación.
Aplicá estos prácticos consejos en tu vida universitaria, y volvé a sentir cómo la motivación por el estudio recorre tu cuerpo y llena tus pensamientos; porque si tu carrera ya te apasionó una vez, lo hará de nuevo.
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